Esta es la época en la que un sentimiento de euforia, culpa, incertidumbre y sobre todo ganas inunda tu estómago. Te fumas tu acostumbrado cigarro en el coche de regreso del trabajo, solo que esta vez no vas directo a tu departamento.
Han pasado solo un par de semanas desde que regresaste de Mazunte y no dejas de pensar en él. No en tu novio, aunque también piensas en él, en que si se entera de lo que pasó en Mazunte y que vas a casa de L, le vas a destruir la vida. Es tan sensible y sus ojos azules te ven con tanta adoración y porque eso no es suficiente?
Claro. Recuerdas como intentas tener sexo con el, como dice que le duelen las muñecas al estar encima de ti. Recuerdas el rechazo, recuerdas tu necesidad de ser vista o deseada, recuerdas dejando el tema para no herirlo.
Y luego recuerdas que llegaron a Mazunte juntos con sus amigos para pasar año nuevo. Tu hermana invitó a L y a otros amigos al mismo hotel.
No es precisamente guapo, por lo menos no es un sentido tradicional. Es moreno de ojos muy pequeños y de boca muy grande. Cuando abre la boca, sobresalen los dos dientes de adelante, que están separados como en un niño que es libre y feliz y se ríe en mayúsculas J A J A J A.
Tu novio tuvo que regresar antes del año nuevo a la ciudad por trabajo. Tú te quedaste con el resto de tus amigos. Durante la fiesta , el grupo se empezó a desintegrar y disolver, pero tu y L permanecieron sospechosamente alertas, hasta quedarse solos. No recuerdas mucho de la noche, bailaron sobre una mesa y su risa era intoxicante, su voz maciza como la madera y su mano en tu cintura. L te acompañó a tu cuarto de hotel y te pidió tu teléfono.
No fue hasta una semana después, ya en la ciudad, que temblaste cuando te mando un mensaje. Y unos intercambios más tarde, aquí estás, fumando en tu coche, en el alto de la Diana. Podrías seguir derecho hasta tu casa, podrías mandarle un mensaje e inventar un pretexto y seguir coqueteando con él y con la idea de sus manos en tu cintura, sin jamás llevarlo a cabo. O podrías dar vuelta a la derecha, ir a su casa, la cual conociste hace unos días cuando L organizo una fiesta para los que habían ido a Mazunte.
Por supuesto tu novio no te acompaño, porque él tenía algún plan con sus amigos que te mataba de aburrimiento. Pero tú sí fuiste y le dirigiste algunas miradas y después le pediste un destapador y los dos fueron a la cocina y te beso en la boca, su entrepierna firma en tu cadera, sus manos fuertes, su boca enorme, sus ganas y tus ganas de sentir las ganas de alguien.
Es claro que vas a dar vuelta a la derecha, porque eres joven y crees que estas cosas no tienen consecuencias, o por lo menos no tan serias como para perderse esta experiencia.
Cuando estacionas frente a su casa, él está en la puerta esperándote. Su departamento es tan adulto. Tiene un cuarto solo para el comedor, el cual esta amueblado con una mesa de madera con seis sillas iguales. Su baño es gris y limpio, o mejor dicho, inmaculado.
Su cuarto es precioso, con una ventana que da a la calle, la misma del hotel Four Seasons.
Y lo hacen. Notas una marca de nacimiento en su pantorrilla. Su piel se pone chinita a la mínima provocación. Sientes algo parecido al miedo por lo desconocido de ese cuerpo, como si en carretera vieras hacia atrás un letrero que dice : Está usted dejando a [inserte el nombre de su novio].
L y tu fuman un cigarro en la cama, y cuando te pregunta si te gusta leer, te dice de un libro que su hermana leyó y que es muy emocionante. Es un sueco que escribió una trilogía sobre un periodista que investiga un caso, pero este sueco que también es periodista murió antes de ver publicados sus libros y ahora son un éxito mundial.
Y lo que no sabes en ese momento es que en efecto, la trilogía de Stieg Larsson te encantaría, que se harían las películas suecas y luego una dirigida por David Fincher que te gustará mucho. Tampoco sabías en ese momento -pero sospechabas- que le romperás el corazón a tu novio cuando encontrara la conversación con L en Facebook.
Lo que no imaginaste es que dejarías a tu novio por ser novia de L, primero muy formalmente, y luego, poco a poco, sin interés (de su parte) y con un grado de toxicidad (de la tuya), asi hasta dejarse una noche, diez meses después.
Todo eso no lo sabías, pero seguramente, incluso sabiéndolo, hubieras dado vuelta a la derecha esa tarde de enero.